Como estamos acostumbrado a que desde principios del siglo XVI casi solo se canonizaban a curas y monjas, cuando nos hablan de una mujer santa que hacía penitencia y oración y que estaba entregada a los demás, inmediatamente se nos viene a la cabeza que forzosamente se trataría de una persona consagrada dentro de una Orden o Congregación y vemos que no tiene por qué ser así. Se puede ser santo tanto dentro como fuera de un convento.
↧